Adam Elsheimer fue un importante pintor alemán. Se formó en su ciudad natal con el pintor holandés Uffenbach entre 1593 y 1598, año en que emprendió su viaje a Italia. En Venecia trabajó para el manierista Hans Rottenhammer y conoció la pintura de los grandes artistas venecianos del siglo XVI: Tiziano, Veronés y Tintoretto. En abril de 1600 ya se encontraba en Roma, donde vivió los últimos diez años de su vida y donde se convirtió al catolicismo. Aquí se especializó en pinturas de pequeño formato, generalmente sobre cobre, que contaron con un éxito y una influencia inmediatos. Entre ellos, destaca la obra que nos ocupa. Que como bien intuyes no es ajena al vino. Se trata de “Ceres en casa de Hécuba”, fechada hacia 1605.

En la Ciudad Eterna pudo conocer de primera mano las nacientes tendencias pictóricas que recorrerían el nuevo siglo, dejándose influir por todas ellas para crear una obra profundamente original. De este modo, estudió atentamente el clasicismo de los Carracci y su interpretación de la mitología y del paisaje. A la vez, recibió el poderoso empuje del caravaggismo, a través del cual experimentó con los grandes contrastes lumínicos que podemos apreciar en sus obras. A pesar de su corta vida, su influjo fue poderoso a través de obras de pensadas composiciones, de cuidado cromatismo, en las que supo interpretar con acierto tanto temas religiosos como mitológicos y paisajes. Sin ellos no se entendería, por ejemplo, el desarrollo posterior del género a través de uno de sus mejores intérpretes, Claudio de Lorena. Junto a sus paisajes, su mayor acierto fue el mencionado estudio lumínico, de fuertes contrastes, que incluyó en sus obras, y que tantas veces sería repetido por los pintores barrocos del resto del siglo, y que en su caso se enfatizó al utilizar mayoritariamente el cobre como soporte.

Según texto extractado de Cappelletti, F.: Roma naturaleza e ideal: paisajes 1600-1650, Museo Nacional del Prado, 2011, p. 115, se estima que “este pequeño cobre, que en un principio perteneció a Pedro Pablo Rubens y entró a formar parte de las colecciones españolas antes de 1645, representa un episodio de iconografía muy rara, narrado por Ovidio en las Metamorfosis (V, 446-61). Ceres, la diosa de la agricultura, buscando a su hija Proserpina, que ha sido raptada por Plutón, llega exhausta a una casa en el campo donde pide de beber. Un niño se mofa de la avidez con que la diosa apura la infusión de cebada que una mujer anciana le ofrece; tal insolencia provocará la cólera de la diosa, que lo convertirá en lagartija. Es evidente que la historia suscitó un grandísimo interés en Elsheimer, que experimentó sus posibilidades figurativas en diferentes estudios preparatorios. El tratamiento de las distintas fuentes de luz es lo que da unidad a la composición. Para iluminar la noche cerrada en la que se desarrolla el mito, Elsheimer concibió un sistema muy articulado de llamas y resplandores: a espaldas de la diosa, cuya postura evoca la de una estatua antigua, una antorcha apoyada en diagonal sobre una rueda aclara el drapeado rojo del manto que sube hasta los finos pliegues de la camisa. Abajo en el centro, a la luz de una hoguera, se desarrolla una escena de ordeño. Por último, la vela que la anciana sostiene en la mano ilumina su cuello y su barbilla prominente, ambos temblorosos y arrugados”.

Según este mismo documento, se considera que “a pesar de su ilustre procedencia, la opinión general es que se trata de una copia de un original de Elsheimer, que se identifica con el cobre de casi idéntico tamaño que en la actualidad se encuentra en la colección Bader de Milwaukee, en no muy buen estado de conservación y con muchos de los detalles casi ilegibles, aunque con un tratamiento más fluido de las ropas y de los rostros; también la presencia de numerosos arrepentimientos confirmaría su carácter autógrafo. El niño aparece allí en la postura ya ensayada en el grabado, con la cara vuelta hacia el exterior, y no de perfil, como en el cobre del Museo del Prado”.

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Un artículo de Alberto Muñoz Moral
Responsable de Comunicación de Licores Reyes