Ribera es, cronológicamente, el primero de los grandes maestros españoles que surgieron en las décadas centrales del siglo XVII. Su obra no fue ajena al vino. Esto lo podemos comprobar en “Cabeza del dios Baco”, un fragmento de El Triunfo de Baco fechado en 1636.

"Cabeza del dios Baco, fragmento de El Triunfo de Baco" (1636), de José de Ribera

Los comienzos de su educación artística son todavía objeto de conjetura, pero hay constancia de su presencia en Parma en 1611, cuando tenía veinte años. Cuatro años más tarde se encuentra en Roma, en una colonia de pintores extranjeros y llevando quizá una vida bohemia: se cuenta que abandonó la ciudad para escapar de sus acreedores. Para 1616 estaba en Nápoles, donde se casó con la hija de Bernardino Azzolino, un importante pintor local de reconocido prestigio. El reino de Nápoles estaba entonces bajo el dominio de España, y Ribera vivió en su capital por el resto de su vida. Además de tener importantes clientes de Roma y otras ciudades aparte de Nápoles, el joven pintor fue pronto descubierto por el virrey español, el duque de Osuna. Por mediación del duque y de todos los virreyes siguientes (el duque de Alcalá, el conde de Monterrey y el duque de Medina de las Torres), su obra entró a España, y en particular a la colección real.

Según texto extractado de Pérez d’Ors, P. en: Del Greco a Goya. Obras maestras del Museo del Prado, Museo de Arte de Ponce, 2012, pp. 91-92, “Felipe IV llegó a poseer más pinturas de Ribera que de ningún otro artista español (alrededor de cien, distribuidas entre El Escorial y el Palacio Real). A pesar de la influencia que ejerció Ribera sobre los pintores españoles, los críticos e historiadores del arte estiman que su estilo, tipos y temas son marcadamente extranjeros. Ribera adoptó una forma extrema del naturalismo de Caravaggio, que se manifiesta en su uso de fuertes contrastes de luz y sombra y en su galería de personajes toscos presentados con crudo realismo, pero también absorbió rasgos de otros lenguajes artísticos de la época tales como el clasicismo boloñés y el color romano. Tal diversidad de medios expresivos fue única entre sus contemporáneos españoles. Además de los temas religiosos, Ribera cultivó otros géneros que no tenían paralelo en España, tales como sus series de mendigos y de filósofos de la Antigüedad, o escenas inspiradas en la mitología clásica, que debe haber conocido a fondo. También fue dibujante prolífico y experto grabador, ocupaciones poco comunes entre los artistas españoles de ese período. Desde el punto de vista técnico, las pinturas de Ribera se caracterizan por su grueso empaste, que les da una calidad táctil y que el artista empleó de manera muy efectiva para representar diferentes texturas y dar una impresión de tridimensionalidad monumental”Este fragmento, junto con la obra Media figura de mujer y una tercera que se conserva en Bogotá, son los únicos restos del Triunfo de Baco, un cuadro que, basado en un relieve helenístico, describe la visita del dios a los hombres y que probablemente se pintó como pareja del Sacrificio a Baco de Massimo Stanzione, cuadro que también se conserva en el Prado.

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Un artículo de Alberto Muñoz Moral
Responsable de Comunicación de Licores Reyes