Las influencias de Cézanne, Picasso y Braque hacen que Juan Gris en 1912 se incorpore al movimiento cubista. Ese mismo año entra en relación con el marchante Henry Kahnweiler, con quien firma un contrato en exclusiva. En 1912 pinta Botellas y cuchillo, la naturaleza muerta que nos ocupa. Ya lo sabemos: en la obra de Gris, el vino ocupa un puesto muy representativo. Botellas y cuchillo, como podemos ver, no es ajeno tampoco.

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Gris, como todos conocemos, fue un pintor español que desarrolló su actividad principalmente en París como uno de los maestros del cubismo. Su relación con Picasso, como analizamos tiempo atrás en su obra Botella y frutero (1919), fue muy estrecha. Pero mientras Picasso fue evolucionando hacia un arte figurativo de gusto clasicista, Juan Gris se mantuvo fiel al cubismo en una clave más colorista. “Mi método es el de siempre, el que han empleado nuestros maestros, porque los medios son constantes”, estima.

En Botellas y cuchillo, nos encontramos ante un bodegón típicamente cubista. Los objetos representados, las botellas, el plato, el cuchillo y la superficie sobre la que se encuentran, están dispuestos vertical y horizontalmente con una ligera perspectiva tridimensional. El cuadro, cortado con violentas lineas oblicuas, produce efectos ópticos de volumen y movimiento. En su paleta, en estos primeros años, predomina la monocromía de grises y ocres, que posteriormente ampliará.

Podemos observar que en Botellas y cuchillo, Gris no renuncia al claroscuro. Nunca renegará de los procedimientos clásicos. No recurre a la técnica de los planos superpuestos; pero cada objeto es meticulosamente observado y visto en perspectiva caballera. “La única técnica pictórica posible es una especie de arquitectura plana y coloreada”, consideraba. Como podemos ver en su cuadro, le apasionaba pintar como la luz choca con los objetos.

Sus primeras obras son naturalezas muertas y algunos paisajes en los que destaca el aspecto constructivo y volumétrico de los objetos y de la composición. “De un cilindro hago una botella”, decía Gris. En 1923 escribe que “el mundo de donde saco los elementos de la realidad no es visual, sino imaginativo”.

Según dijo el artista en una conferencia pronunciada en la Sorbona en 1924, “el que al pintar una botella piensa que expresa la materia, en lugar de pintar formas coloreadas, debería ser vidriero y no pintor”. Gris entendía que primero era la idea y luego la imagen de la cosa representada, que lo universal era el punto de partida para alcanzar lo singular: la imagen terminará pareciéndose a la idea, verdadera realidad.

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A pesar de la gran relevancia de este creador, su mérito artístico ha sido reconocido tardíamente. Al igual que otros cubistas y que el arte moderno en general, Juan Gris tuvo escaso predicamento en los circuitos culturales españoles mientras vivió. Si te ha gustado esta obra, del mismo modo que te gusta el vino, te recordamos que puedes encontrar interesantes propuestas en nuestra tienda online ¿Nos visitas? http://tiendalicoresreyes.es

Un artículo de Alberto Muñoz Moral
Responsable de Comunicación de Licores Reyes