El vino va ligado a la trayectoria de la Humanidad, no es ningún descubrimiento. Porque el vino, vehículo de sociabilidad y objeto de intercambio económico, ha sido siempre una importante fuente de inspiración artística. Recordemos que ya la especialista en arte Teresa de la Vega definió al vino como “la más culta, sociable, sofisticada y compleja de las bebidas”.

Gerrit van Honthorst fue uno de los pintores que llevaron el estilo de Caravaggio a los Países Bajos del Norte siendo, además, el miembro de la escuela de Utrecht con más proyección internacional. A diferencia de los caravaggistas italianos, en los que la luz tenía un origen incierto, los pintores de la Escuela de Utrecht presentaban un foco de luz artificial (generalmente una vela) perfectamente identificado y concretado en la pintura.

Van Honthorst (Utrecht, 4 de noviembre de 1590 — Utrecht, 27 de abril de 1656) fue, por tanto, un pintor caravaggista flamenco del siglo XVII, de historia, de género y también retratista. Destacó como pintor de escenas nocturnas y con luz artificial, lo que le valió el sobrenombre de «Gérard della Notte» («Gerardo de la noche»). Teatralidad y acusados juegos de luz son sus notas distintivas. Esto sin duda lo podemos apreciar en “El violinista alegre con un vaso de vino”, uno de sus cuadros más conocidos, realizado durante 1624.

Gerard van Honthorst violinista

Gerrit van Honthorst, como destaca José Manuel Cruz Valdovinos, “aprendió también con Bloemaert y llegó a Roma en 1610 o algo después, permaneciendo hasta 1620. Fue protegido por Benedetto y Vincenzo Giustiniani para quienes hizo obras lo mismo que para el cardenal Del Monte, todavía conservadas”. En la década de 1610 Gerrit van Honthorst completó su formación en Roma, estudiando en particular la obra de Caravaggio.

Posteriormente reside en Londres, acompañado de su discípulo Joachim von Sandrart, donde ejecuta para el rey Carlos I cuadros destacados. Regresa a su país, donde se convierte en el más destacado de los pintores de la «Escuela de Utrecht», seguidores holandeses del artista italiano Caravaggio. Ya hemos analizado el cuadro “Baco” de Caravaggio, ¿encuentras algunas similitudes con él?

Bacco Caravaggio

“El Violinista alegre con un vaso de vino” perteneció a varias colecciones vienesas durante el siglo XIX. En esta obra observamos a un músico, vestido con ropa de teatro y con un llamativo gorro de plumas, presentado con la nariz y las mejillas fuertemente enrojecidas. Música y vino son temáticas frecuentemente entrelazadas en el Arte.

Ya escribió Cesare Ripa en su Iconología «la música fue inventada para proporcionar felicidad al espíritu, al igual que el vino» durante el siglo XVI. Existe una amplísima tradición popular de canciones relacionadas con la vendimia, que mezclan el vino con el amor y con el placer en la línea de las bacanales, así como la tradición musical culta que une el vino con el amor e incluso con la inspiración. Van Honthorst utiliza la música y el vino para crear una atmósfera de pasión.

Según Valdovinos este cuadro “pertenece al género inaugurado por Van Baburen y Ter Brugghen de media figura de jóvenes, bebedores y músicos. El hombre desnudo, la gorra de plumas, la vigorosa y alegre expresión, el fondo claro y los fuertes contrastes tenebristas son rasgos característicos dentro de la tradición caravaggista”. La luz pasa a ser un factor clave a la hora de entender su obra. Como podemos ver en este óleo, van Honthorst crea hermosos contraluces, especialmente en la mano abierta del primer plano y en el violín.

Esta imagen tiene una gran fuerza expresiva, conseguido básicamente a través de la caracterización de la cara con sus características sin refinar, y en el gesto espontáneo que sugiere los efectos del vino. El tema de la persona que bebe, así como el enfoque del artista a este tema, sugiere la influencia no tanto de Caravaggio como de uno de sus seguidores, Manfredi, que era un imitador de Caravaggio, intimamente relacionado con cuadros de bebedores, tabernas y soldados.

Gerard van Honthorst contraluz

Para Mar Borobia no es menos  importante el tratamiento que Honthorst da al personaje, “cuya felicidad se capta en una radiante mirada que atrae la atención del espectador. El pintor no ha descuidado en su construcción ningún detalle de su anónimo modelo, que no duda en presentarlo con la nariz y las mejillas fuertemente enrojecidas, al igual que los dedos con los que tan sutilmente alza el vaso”.

Las mejores obras del autor holandes, de amplio abanico pictórico, son aquellas donde muestra la vida nocturna de las calles de Utrecht, reproduciendo cantantes, jugadores y hombres de pocos modales en tabernas. El vino siempre estará presente en sus pinturas. “Es un ejemplar representativo de uno de los géneros más cultivados por los pintores ultrayectinos de impronta caravaggista”, considera Valdovinos.

Después de 1630 Gerrit van Honthorst abandonó esta tendencia y se convirtió sobre todo en un retratista convencional. Su último gran trabajo fue la decoración del Orange Hall en el Palacio del Estatúder de Huis ten Bosch. Honthorst pasó los últimos años de vida en su natal Utrecht, ligeramente olvidado por la crítica, que posteriormente valoraría como se merece su trayectoria.

Gerard van Honthorst vino

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Un artículo de Alberto Muñoz Moral
Responsable de Comunicación de Licores Reyes