Lucas Cranach el Viejo (en alemán, Lucas Cranach der Ältere) fue un artista alemán, pintor y diseñador de grabados en xilografía. El apellido real de este pintor hubo de ser Sünder(escrito también Sunder, Sonder y Süündä). Es padre del también pintor Lucas Cranach el Joven (1515-1586), y su obra no fue ajena al vino. Esto lo podemos comprobar en “La Virgen y el Niño con un racimo de uvas”, fechado hacia 1509 – 1510.

CRANACH, Lucas el Viejo_La Virgen y el Niño con un racimo de uvas_114 (1936.1)

La primera evidencia de los trabajos artísticos de Lucas Cranach proviene de una pintura datada en 1504. En esta época abordó diversas tareas: decoración de interiores, pinturas de altar y retratos, diseños para grabados en madera (xilografías) y en placas de bronce. En su más temprana edad tuvo empleo de oficial dedicado a pintar las paredes de los palacios de Coburgo y Locha, debido en parte a la fama que tenía de meticuloso y de realista. Los motivos pintados eran escenas de caza y pastoriles.

Antes de 1508 llegó a pintar diversas piezas de altar para el castillo de Wittenberg en competición con sus contemporáneos Alberto Durero, Hans Burgkmair y otros; el duque y su hermano Juan fueron retratados por él durante diversas ocasiones tanto en pintura como en xilografía. La gran reputación lograda por Lucas hizo que en 1509 viajara a Holanda al servicio del emperador Maximiliano I y Carlos V. Hasta 1508 Cranach no empezó a firmar sus obras, y cuando lo hacía ponía sus iniciales y dibujaba una serpiente alada como anagrama (Kleinodo). Algún tiempo después el duque le concedió el monopolio de las salas de medicina de la ciudad de Wittenberg, y le dio la concesión y privilegio de la edición de Biblias. Las prensas de Cranach fueron usadas por Martín Lutero. Su establecimiento de farmacia permaneció abierto durante siglos y sólo fue suspendido a raíz de un incendio acaecido en 1871.

La especialidad de Lucas Cranach el Viejo fueron los retratos, las escenas religiosas de mediano formato aptas para domicilios particulares y, sobre todo, los temas de mitología que daban pie a incluir desnudos femeninos. Cranach impuso en el Arte un canon femenino muy peculiar, estilizado y de aspecto juvenil, con ojos almendrados, senos menudos y piernas largas.

Según Mar Borobia, “el ideal de belleza femenina que propone Cranach, y que está representado plenamente en sus composiciones mitológicas con Venus y ninfas, está lejos, en cuanto al tratamiento del desnudo y de la figura, de los planteamientos clásicos vigentes en Italia. Sus modelos femeninos tienen unos matices expresivos y una elegante sensualidad, no exenta de cierto erotismo, que coloca su pintura bajo un prisma distinto al italiano. Por lo demás, sus tipos se repetirían insistentemente a lo largo de su vida, creando un arquetipo distintivo de su producción y estilo. La pintura religiosa de Cranach gozó de una gran aceptación en su momento. A ello contribuirían, sin duda, algunas de las singularidades que se encuentran en esta Virgen y el Niño, fechada generalmente a fines de la primera década del siglo XVI. El rostro de María, perfilado y modelado suavemente, recuerda en su tratamiento al esfumado de Leonardo. Características como éstas, que dulcifican sus figuras, aparecen en la producción de Cranach hacia 1509 y 1510, tras un viaje a los Países Bajos durante el que pudo tener ocasión de estudiar modelos italianos en la corte de Margarita de Austria. Idéntico tratamiento del volumen se encuentra, por otro lado, en dos significativas obras de ese periodo: Salomé, conservada en el Bayerisches Nationalmuseum de Kronach, y Venus y Cupido, del Ermitage de San Petersburgo. Con estas dos obras se han comparado esta Virgen con el Niño para su datación. Pese a la suavidad que Cranach emplea en este grupo, cuyas cabezas corona con unos delicados y casi imperceptibles nimbos que resplandecen encima de los cabellos, la figura de Jesús resulta, por sus rasgos y tratamiento, poco agraciada en contraste con el redondeado y bello rostro de María”.

En relación a este cuadro, Borobia considera que “tiene como fondo un paisaje, elemento que en Cranach desempeñó un papel fundamental desde el comienzo de su carrera y que contiene, en germen, aspectos que desarrollaría posteriormente la llamada Escuela del Danubio. Este paisaje, visto desde un punto de vista elevado, se organiza con un amplio bosque que termina en una cadena montañosa realzada por una sugerente gama de azules y que nos invita a continuar el recorrido por sus laderas. La fortaleza en lo alto de la montaña, a la derecha, y el pino, a la izquierda, son motivos recurrentes del artista y que éste empleó en otros grupos religiosos con la Virgen y el Niño fechados hacia 1518. Lübbeke llamó la atención sobre el distinto tratamiento que en esta pintura reciben tanto las figuras como el paisaje, ya que Cranach, en este último, detalla a pequeña escala hasta los más mínimos elementos que conforman esta atractiva vista. Entre ellos destacan por su delicadeza las ramas de los árboles, la maleza o la fortaleza, a la derecha, que corona la montaña. También una pequeña figurita que casi pasa desapercibida, subiendo por el empinado sendero, y que se ha identificado con san José. La exactitud en el dibujo del fondo contrasta con la pincelada y monumentalidad que Cranach ha usado en sus primeros planos, ocupados por las dos figuras en las que el artista introduce un punto de melancolía en la mirada de la Virgen y ensimismamiento en la de Jesús. El hecho de que en la composición se introduzca un racimo de uvas que sostiene la Virgen y del que el Niño se alimenta, se ha relacionado con la Eucaristía y con el papel de Redentor que Jesús tendría que cumplir. La obra está firmada, en el murete a la izquierda, con la serpiente alada. Este emblema fue otorgado a Cranach para su escudo de armas, en 1508, por el elector de Sajonia. Cuando su hijo Hans murió, modificó sus alas”.

CRANACH, Lucas el Viejo_La Virgen y el Niño con un racimo de uvas_114 (1936.1)

La pintura perteneció a la colección británica de Langton Douglas, posteriormente se registró en dos colecciones en Nueva York: Ederheimer y Schniewind. La obra fue adquirida, en 1936, para la colección Thyssen-Bornemisza, figurando en sus catálogos desde 1937. Si te ha gustado la obra, visita la tienda online de Licores Reyes y encuentra las mejores propuestas del mundo del vino hoy mismo: https://www.licoresreyes.es/shop

Un artículo de Alberto Muñoz Moral
Responsable de Comunicación de Licores Reyes