Muchos estudios abordan la temática de si beber vino es recomendable para la salud. No existen, sin embargo, mayores evidencias que algunas vidas. Vigo ha despedido a Antonio Docampo García, uno de sus vecinos más longevos, que murió a los 107 años y fue enterrado en el cementerio de Alcabre. Según informa La Voz de Galicia, este gallego era el claro ejemplo de que el vino es bueno para la salud: sólo bebía eso, ni siquiera tocaba el agua.

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Así lo revelaba su hijo, Manuel Docampo López: “Cuando estábamos en casa, entre él y yo podíamos bebernos más de 200 litros al mes, el agua ni probarla. Se bebía de golpe un litro y medio”, considera. Antonio, además, no consumía cualquier vino, sino el que él mismo producía en Ribadavia. Era un vino natural, enseguida se avinagraba, pero nunca le hizo daño a su organismo.

El ya fallecido admitía un chupito de aguardiente en el desayuno, y nunca se medicaba. Eso sí, cuando cumplió los 100 años de vida le obligaron a tomar el primer medicamento, un antibiótico, para curarse de una neumonía. La vida de Antonio da para una película. Empezó a picar piedra pero tras la guerra civil y la muerte de su hermano, se dedicó al vino. “Fue un tractor trabajando”, recordaba su sobrino Jerónimo Docampo, que continuó el negocio vinícola al frente de Bodegas Docampo.

Si bien la mayoría era para la venta, una parte considerable era para su propio consumo. “Si producía 60.000 litros al año, 3.000 no le llegaban para él. Uva pisada, vino feito y a beber”, añade su hijo, que confiesa que con 60 años de edad su padre “estaba hecho un chaval” y no había comida en la que “no cayera un litro y medio de vino y otro a la cena”.

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Antonio pasó en Vigo los últimos 12 años de su vida. Tras quedar viudo, su hija se hizo cargo de él hasta los 87 años de edad, posteriormente lo cuidó Manuel. DEP.

Un artículo de Alberto Muñoz Moral
Responsable de Comunicación de Licores Reyes