Durante la década de 1890, Cézanne pintó una serie de cuadros con la temática de los jugadores de cartas, siendo este lienzo que contemplamos el más famoso de la serie. De los cinco cuadros dedicados por el pintor a este tema, este es el más sobrio. Los protagonistas de las telas son los campesinos de Aix y el jardinero del Jas de Bouffan, Vallier.
Las dos figuras se sientan a ambos lados de una pequeña mesa sobre la que apoyan los codos, dando paso a una alta botella de vino. No existe expresión psicológica alguna en sus rostros. Los jugadores de cartas es uno de los primeros cuadros donde los rostros son sustituidos por una suerte de máscaras inexpresivas. Todos los volúmenes de esta serie de pinturas están definidos de manera geométrica. Cezanne no aceptaba la pintura puramente visual de los impresionistas. “No debemos estar satisfechos de memorizar las hermosas fórmulas de nuestros ilustres predecesores. Salgamos y estudiamos la naturaleza hermosa”.
La iluminación artificial se manifiesta en las sombras, especialmente en el reflejo blanco de la propia botella. “La sombra es un color como lo es la luz, pero menos brillante. La luz y la sombra son sólo la relación de dos tonos”. Para Cezanne, la luz tiene gran importancia en la obra. “La luz no es una cosa que puede ser reproducido, sino algo que debe ser representado usando otra cosa… los colores”. La botella, en la que se refleja la luz, constituye el eje central de la composición: separa el espacio en dos zonas simétricas, lo que marca la oposición entre los jugadores.
Distorsionando la visión perspectiva, Cézanne logra obtener el máximo grado de centralidad, que resulta increíble en una escena de vida. El protagonista del lienzo es el color que inunda todos los rincones de la tela. “Puro dibujo es una abstracción. El dibujo y el color no son contrarios, todo en la naturaleza es color”, estimaba. El fondo se obtiene gracias a una mezcla de tonos aunque abunden los rojizos, en sintonía con la mesa y el mantel. La poca diversidad cromática intensifica la sensación de austeridad formal. Cezanne pensaba que demasiados colores distraían, y por eso usaba una paleta bastante limitada. “Cuando el color tiene su mayor riqueza, la forma tiene su plenitud”. Para Cezanne “existe una lógica de los colores a la cual el pintor debería adaptarse, que no es la lógica del cerebro”.
Su obra supone una de las últimas páginas del naturalismo, considerándole un padre del Arte Moderno. “No se trata de pintar la vida, se trata de hacer viva la pintura”, decía. Los pliegues del mantel, por ejemplo, o los desproporcionados brazos de las figuras no corresponden con una intento realista, sino geometrista y poliédrica. ¿Se trata, por tanto, del primer cuadro cubista de la historia? “Genio es la capacidad de renovar las emociones cotidianas”. Algo que, sin duda, él consiguío.
A diferencia del impresionismo del que Cézanne parte, en este trabajo prima el volumen y la forma sobre la luz, obteniendo ese volumen gracias al color en estado puro. Cezanne pinta con la técnica del facetado, elementos identificativos del cubismo. “Tratar a la naturaleza por medio del cilindro, la esfera, el cono todo puesto en perspectiva adecuada… Dirigirse a un punto central”. Los jugadores de cartas es la obra cumbre de un artista, de una época y de un país.
La figura derecha se sale de los bordes del cuadro mientras que la izquierda no llega a rozarlos. Esta descompensación que hoy puede pasar inadvertida supuso un su época todo un atentado contra el canon pictórico clásico. “Pintar la naturaleza no es copiar un objeto, es la realización de una sensación”, decía Cezanne. La representación de los objetos es bastante diferente según que cuadro de la serie observes. La forma de exponer el vino también es completamente distinta. En la siguiente imagen puedes ver los matices del cuarto y quinto cuadro de la serie, respectivamente.
Se han realizado muchas interpretaciones acerca del trasfondo de esta serie de obras. Quizá el enfrentamiento de ambos jugadores simbolizaría la lucha que enfrentó al artista contra su padre, para hacer reconocer su pintura, representada aquí por el naipe. “Un arte que no se basa en el sentimiento no es arte”. Los jugadores de cartas constituye un ejemplo de lo que se ha llamado el período sintético de Cézanne. Representa la realidad objetiva sin ajustarse a los mecanismos y criterios puramente ópticos de los impresionistas. Porque para él “el arte debe hacerse eterno en nuestra imaginación”.
A principios de 2012 uno de los cuadros de la serie se convirtió en la obra de arte vendida por más dinero de la historia, al comprarla la familia real catarí a los herederos del magnate griego Yorgos Embiricos por más de 250 millones de dólares, aproximadamente 191,6 millones de euros. La venta tuvo lugar en secreto durante 2011. Según la revista The Art Newspaper, la Administración catarí fue el primer comprador de arte durante ese año en su intento por establecerse en la capital cultural del mundo, en competencia con París y Nueva York. El anterior cuadro más caro del mundo era Nº5, de Jackson Pollock, vendido por $140 millones en 2006.
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