José Romano Gutiérrez-Solana y Gutiérrez-Solana (Madrid, 28 de febrero de 1886 – ibídem, 24 de junio de 1945), conocido como José Gutiérrez-Solana, fue un pintor, grabador y escritor expresionista español. Su obra no fue ajena al vino. Esto lo podemos comprobar en “La cupletista”, fechado en 1927.

Fuera de la influencia que en él ejercen los pintores del tenebrismo barroco, en especial Juan de Valdés Leal, tanto por su temática lúgubre y desengañada como por las composiciones de acusado claroscuro, es patente la influencia de las Pinturas negras de Francisco de Goya o del romántico Eugenio Lucas. Su pintura es feísta y destaca la miseria de una España sórdida y grotesca, mediante el uso de una pincelada densa y de trazo grueso en la conformación de sus figuras. Su paleta tenebrista resalta el oscurantismo de la España del momento. Su obra puede estructurarse en torno a tres temas: las fiestas populares (El entierro de la sardina), los usos y costumbres de España (La visita del obispo) y los retratos (1920, Mis amigos).
Su pintura, de gran carga social, intenta reflejar la atmósfera de la España rural más degradada, de manera que los ambientes y escenarios de sus cuadros son siempre arrabales atroces, escaparates con maniquíes o rastros y ferias dignos de Valle-Inclán (por los que sentía especial predilección), tabernas, “casas de dormir” y comedores de pobres, bailes populares, corridas, coristas y cupletistas, puertos de pesca, crucifixiones, procesiones, carnavales, gigantes y cabezudos, tertulias de botica o de sacristía, carros de la carne, caballos famélicos, ciegos de los romances, “asilados deformes”, tullidos, prostíbulos, despachos atiborrados de objetos, rings de boxeo, ejecuciones y osarios.
Trabaja también el grabado, generalmente al aguafuerte, insistiendo en una técnica directa y más bien ruda, de trazos gruesos. Salvo alguna rara excepción, los diseños repiten pinturas anteriores. Apenas imprimió grabados en vida; la primera tirada formal de ellos data del año de su muerte, 1945, y la más difundida es la segunda, que se emitió póstumamente, en 1963, antes de la cancelación y depósito de las matrices originales en la Calcografía Nacional (dependiente de la Academia de San Fernando).
Como escritor posee un estilo semejante, de grandes cualidades descriptivas, vigoroso y enérgico, apropiado para la estampa costumbrista. Por ello la mayoría de sus obras son libros de viajes. Sus escritos más importantes son Madrid: escenas y costumbres (1913 y 1918, dos vols.), La España negra (1920), Madrid callejero (1923) y Dos pueblos de Castilla (1925). También escribió una novela, Florencio Cornejo, en 1926.
A veces utilizó fotografías ajenas como modelo para sus pinturas. El ejemplo más claro se constata en su obra titulada Café cantante, que copia casi literalmente el encuadre y parte de los personajes de la famosa fotografía del mismo título de Emilio Beauchy, tomada hacia el año 1888 en Sevilla.
En relación al cuadro que nos ocupa, en 1927 Gutiérrez Solana se presenta por primera vez en una exposición individual, celebrada en el Museo de Arte Moderno de Madrid, donde muestra veinticuatro pinturas entre las que figura este lienzo. En su camerino, una mujer joven, probablemente de origen gitano, se recuesta en un sofá fumando un cigarrillo y mostrando un gesto desencantado. Las copas y botellas ante el espejo, así como la guitarra evocan su universo personal, centrado en la vida nocturna de la ciudad. La obra está plagada de referencias al mundo taurino, una constante en la obra pictórica y literaria del artista. Así, la muchacha viste chaquetilla torera y sostiene en su mano un sombrero castoreño de picador; en la silla reposa otra chaquetilla torera. Prescindiendo de toda referencia espacial, el pintor invita al espectador a enfrentarse con la mirada directa y la leva sonrisa de la protagonista. Solana, atraído por Goya desde la adolescencia, evoca aquí a la Maja vestida, así como a las obras de Manet, Mujer con traje español pintada por Manet, hoy en la Universidad de Yale, y Bar del Folies-Bergère, en el Courtland Institute of Art, en lo que respecta al bodegón. El empleo del negro en los contornos y la paleta sombría no buscan tanto reflejar lo visible como crear un personaje y una atmósfera. Cuadro humanístico y áspero, refleja de manera magistral la sensibilidad de toda una generación hacia la cultura popular, del mismo modo que lo había hecho, por ejemplo, el Festival de cante jondo organizado por Manuel de Falla en Granada en 1922.