David Teniers (Amberes, c. 1610 – Bruselas, 1690) fue, sin duda, el principal representante de la pintura flamenca de escenas populares y campesinas de mediados del siglo XVII. El baile, el banquete, la bebida o el tabaco están presentes en la mayoría de sus pinturas. Su espontaneidad, minuciosidad y virtuosismo modernizaron y dignificaron un género considerado hasta entonces menor y vulgar. El vino, como en la de tantos otros grandes artistas, está presente en su obra.
Esta escena, paradigma del estilo más maduro de Teniers, representa una celebración nupcial. Distribuidos en varios grupos, los aldeanos recrean diversos momentos de la fiesta. Unos campesinos bailan al son de un gaitero delante de una casa, en uno de los muchos ejemplos de las escenas de género que realizó este artista. Algunos de ellas ya las hemos analizado en nuestra sección “El vino en el Arte”. ¿Los recuerdas? En poco tiempo te refrescaremos la memoria.
A la derecha, un grupo sentado alrededor de una mesa disfruta del banquete, mientras otros personajes más a la izquierda fuman o charlan en animada conversación. Alguno duerme sobre un tonel, embriagado por el vino. No existe dramatismo: Teniers da una imagen amable de las tabernas, de sus gentes, de los borrachos y fumadores. Escenas festivas, al aire libre, con aldeanos y campesinos divirtiéndose a la entrada de posadas o de tabernas, son habitualmente tratadas por Teniers.
En un segundo plano se desarrolla el motivo principal. La novia, situada delante de un gran telón negro, es agasajada por un nutrido número de vecinos. Al fondo se observa la iglesia del pueblo y un grupo de nobles ataviados con ricas prendas. Su presencia es el contrapunto aristocrático a la escena rural del primer término, representando un contraste social muchas veces utilizado por el artista. Las relaciones sociales, con el vino como nexo de unión, son un tema bastante recurrente en la obra de Teniers, como ya vimos en “Dos campesinos con una copa de vino”.
La escena es el paralelo paisajístico a las obras de Teniers que muestran idénticas reuniones y celebraciones campesinas pero en un interior. Teniers dignifica la vida popular y campesina, convirtiéndola en un motivo pictórico casi equiparable a la gran pintura alegórica de Rubens. El Museo del Prado posee una amplia colección de este artista, con alrededor de 40 obras.
El desarrollo de las actividades cotidianas es similar en este cuadro respecto a sus escenas de interior. Alguna de ellas la tratamos con anterioridad, como en su obra “El rey bebe”. El baile, el banquete, la bebida o el tabaco están presentes en la mayoría de sus pinturas. Algunos de los personajes aparecen, casi idénticos, en otras obras del autor, respondiendo a ciertos tópicos como el gaitero sobre el tonel, la pareja de danzarines, la pareja de galanes, los niños traviesos o la figura ebria apoyada en la valla.
David Teniers “el Joven” no solo fue uno de los artistas flamencos más prolíficos, también lo podemos considerar como uno de los más versátiles. Aunque es más conocido por sus representaciones de la vida campesina, él pintó temas que van desde alquimistas y brujas, hasta asuntos alegóricos y bíblicos. Teniers pintó además multitud de retratos, y también hizo copias a pequeña escala de la pintura italiana.
La elección del pueblo llano como argumento de sus pinturas es una constante en sus obras, heredada de Pieter Bruegel el Viejo y Jan Brueghel el Viejo. Teniers parte de la estética y de ciertos esquemas compositivos de Jan Brueghel “el Viejo” (1568 – 1625), repitiendo la misma visión idílica del mundo campesino, muy utilizada también por la literatura flamenca del momento. “En su juventud siguió el estilo de su padre y el de Adam Elsheimer, pero pronto se especializó en la pintura de género, en línea con la tradición de los Países Bajos en donde el gusto por ese tipo de obras era mayor que en ningún otro país europeo”, destaca Matías Díaz Padrón.
La tendencia a una tonalidad común con toques de color local es idéntica, aunque Teniers empleará un tratamiento más amable, más folklórico. Muchas veces fue comparado con maestros holandeses como Adriaen van Ostade, si bien opta por un costumbrismo más refinado.
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