Giovanni Bellini, también conocido por su apodo Giambellino (Venecia, h. 1433 – Venecia, 26 de noviembre de 1516) fue un pintor cuatrocentista veneciano. Probablemente sea el miembro más conocido de una familia de pintores venecianos que incluyó a su padre Jacopo, su hermano Gentile y su cuñado Andrea Mantegna. Está considerado como un artista que revolucionó la pintura veneciana, haciéndola progresar hacia un estilo más sensual y colorista. Gracias al uso de pintura al óleo clara y de secado lento, Giovanni creó tintes intensos y ricos y sombras detalladas. Su suntuoso colorido y los paisajes fluidos y con atmósfera tuvieron un gran efecto en la escuela de pintura veneciana, especialmente en sus alumnos Giorgione y Tiziano. Su obra no fue ajena al vino. Esto lo podemos comprobar en “El festín de los dioses”, fechado en 1514.

Feastofthegods

El festín de los dioses es una de las últimas obras del pintor renacentista Italiano Giovanni Bellini. Se conserva en la Galería Nacional de Arte, Washington D. C. Está realizado al óleo sobre lienzo. Mide 170 cm de alto y 188 cm de ancho. Fue pintado en 1514, por encargo de Alfonso I de Este, el duque de Ferrara, para su camerino d’alabastro (‘cámara de alabastro’) en el Castillo de los Este, Ferrara. Es una de sus últimas obras, que el autor modificó repetidamente. En estas obras del final de su vida se anuncia ya la típica pintura veneciana, con su predilección por el colorido y la luz bajo influencia de Giorgione. A la muerte de Bellini, poco después (1516), Tiziano modificó el paisaje a la izquierda para que hiciera juego con su obra La Bacanal, también en el camerino de Alfonso. La pintura fue comprada al Duque de Northumberland por el magnate estadounidense Peter A. B. Widener en 1925, y más tarde entró en las colecciones de la Galería Nacional de Arte de Washington D. C. con el resto de su colección.

Es una de las pocas pinturas mitológicas del artista veneciano. Evidencia así cómo, al final de su vida, Bellini contribuyó a la creación de las nuevas corrientes renacentistas, mostrando la misma monumentalidad y cualidades pictóricas que las obras de sus jóvenes contemporáneos.

Hay equilibrio entre el paisaje y las figuras. En primer término se ve a los dioses del Olimpo dándose un festín. La escena representa juntos dos episodios de la obra de Ovidio Fastos. Príapo, a la izquierda, está intentando seducir a la ninfa durmiente Lotis, pero se lo impide el rebuzno del asno de Sileno. Alrededor se encuentran los dioses borrachos: Júpiter tiene un águila cerca de él, Poseidón está acariciando a Cibeles y Ceres, mientras Hermes está languidamente estirado sobre un tonel. El chico con hojas de parra en la cabeza es una representación inusualmente joven del dios Baco. Se cree que Bellini inicialmente pintó a las figuras como mortales, siguiendo una traducción errónea de Ovidio (el llamado Ovidio volgarizzato), y tuvo que repintarlas con los atributos de los dioses olímpicos. El paisaje del fondo está dominado por árboles frondosos. La luz es delicada y tierna.

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Un artículo de Alberto Muñoz Moral
Responsable de Comunicación de Licores Reyes