Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia; 27 de febrero de 1863-Cercedilla; 10 de agosto de 1923) fue un pintor español. Artista prolífico, dejó más de 2200 obras catalogadas. Su obra madura ha sido etiquetada como impresionista, postimpresionista y luminista. Su obra no fue ajena al vino. Esto lo podemos comprobar en “El borracho, Zarauz”, fechado en 1910.
Su uso del blanco como uno de los colores protagonistas, ha logrado hacer que sus obras tengan una luminosidad inigualable y una marca propia que lo distingue fácilmente de sus pares. La época en la que vivió (entre los 1860s y 1920s) fue crucial para el desarrollo de la historia, tanto así, que los cambios de esa era afectaron a la humanidad en todo sentido. Casi 100 años después de la revolución industrial del 1790, se buscaban respuestas a cuestiones esenciales apuntadas por las filosofías de Marx, Nietzsche y otros. El arte también lanzo respuestas, dando lugar a una pintura que buscaba identificarse a sí misma. Así Claude Monet, Vincent van Gogh, Pierre-Auguste Renoir y muchos más, lograron formar las bases de un estilo audaz y transparente.
El más importante aporte de Sorolla fue la pincelada fluida y el colorido con el que desarrolló un auténtico estilo vanguardista, tintado de las inquietudes culturales y filosóficas de la época. Sus obras, en su mayoría costumbristas y con protagonismo del Mediterráneo destacan por una enorme libertad de pincelada y la presencia imprescindible de la luz.
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