Paul Cézanne pasó los años finales de su vida retirado en su Provenza natal, pintando al aire libre los paisajes y los campesinos de los alrededores de Aix-en-Provence , así como numerosas naturalezas muertas en la soledad de su nuevo estudio situado en lo alto de los Lauves. “Hacía mucho tiempo que la pintura había dejado de ser para él una mera representación del mundo para convertirse en un proceso analítico de investigación de las estructuras constitutivas de la realidad, y para ello nada era más adecuado que la naturaleza muerta”, considera Paloma Alarcó. Ya lo sabemos: la obra de Cézanne no es ajena al vino.

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Botella, garrafa, jarro y limones pertenece a ese conjunto de naturalezas muertas realizadas en los últimos años de la vida de Cézanne, en las que, como escribió el crítico británico Roger Fry, «logró la expresión de los sentimientos más exaltados y de las intuiciones más profundas de su naturaleza». La organización espacial y el lenguaje radical con el que Cézanne aplica la técnica de la acuarela durante su periodo final se acerca según Fry «a un sistema abstracto de ritmos plásticos» y anticipa las naturalezas muertas cubistas de Picasso y Braque.

Como hicieron los impresionistas, Cézanne sustituyó los contrastes de luz y oscuridad por contrastes de colores fríos y colores cálidos. Para Cézanne, “la sombra es un color como lo es la luz, pero menos brillante. La luz y la sombra son sólo la relación de dos tonos”. Este bodegón es un significativo ejemplo de la maestría que alcanzó el pintor con la difícil técnica de la acuarela. No es la primera vez que analizamos la obra del autor en relación con el vino: durante la década de 1890, Cézanne pintó una serie de cuadros con la temática de los jugadores de cartas… y el vino ¿Lo recuerdas?

“No se trata de pintar la vida, se trata de hacer viva la pintura”, decía Cézanne. Sobre una bandeja colocada encima de una mesa cubierta con un sencillo mantel a cuadros aparece un conjunto integrado por apenas unos escasos recipientes domésticos de formas y tamaños diferentes y dos limones. También una jarra de cerámica floreada y una botella de vino que ocupa el flanco superior izquierdo. Elementos cotidianos, sí, pero representados con gran armonía y de forma magistral. “Genio es la capacidad de renovar las emociones cotidianas”, consideraba el autor.

En 1904 Cézanne aconsejaba al joven pintor Émile Bernard que debía representar «la naturaleza a través del cilindro, la esfera, el cono, todo ello puesto en perspectiva», dejando claro que las formas geométricas eran instrumentos indispensables para abordar la experiencia de lo real. Siguiendo esta creencia, según Paloma Alarcó, “Cézanne configuró esta equilibrada composición a base de una serie de volúmenes de contornos bien definidos reducidos a sus formas geométricas básicas”.

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Y es que, para Cézanne, “un arte que no se basa en el sentimiento no es arte”. Si te ha gustado esta obra, del mismo modo que te gusta el vino, recuerda que en nuestra tienda online puedes encontrar las más apetecibles botellas ¿Nos visitas? http://tiendalicoresreyes.es

Un artículo de Alberto Muñoz Moral
Responsable de Comunicación de Licores Reyes